Todo es geométrico. Creo indeclinablemente en que las líneas y puntos nos toman por asalto y, así, me entrego al hambre de los colores y, para mentener el asombro ante el próximo estímulo, no mencionaré la voracidad de los sonidos. Sin dudardo, quiero reaccionar a los demás sentidos.
Atónita me rindo.